¿Qué es una bombilla?
La bombilla eléctrica, también conocida como ampolleta o
lámpara incandescente, es una fuente artificial de luz, y funciona justamente mediante la incandescencia. El
proceso consiste en corriente eléctrica que fluye a través de un delgado
filamento, el cual se calienta y por lo mismo emite luz. La cubierta de vidrio
que todos conocemos impide que el oxígeno circundante llegue a este filamento,
lo cual ocasionaría su ruptura por oxidación (por lo tanto el interior de la
bombilla esta al vacío o relleno con algún gas noble). Este sencillo e ingenioso
principio nos ha acompañado silenciosamente durante nuestras vidas y ha
revolucionado al mundo.
Para saber más en detalle cómo funciona o está construida la
ampolleta o bombilla, debemos profundizar en el asunto de la emisión de la luz.
El tipo de filamento que se utiliza por lo general es de tungsteno; cuando los
electrones que pasan a través de este filamento se topan sus átomos, ocurre que
algunos de los electrones de estos átomos aumentan su nivel de energía y por
consiguiente quedan en órbitas superiores. Al retornar a su órbita original
liberan fotones, que son nada menos que la luz en su aspecto de partícula. Al
mismo tiempo se libera energía electromagnética infrarroja, que es lo que
percibimos como el calor que emana la ampolleta.
Tipos de bombillas
Bombillas tungsteno: Son las
más comunes. Su funcionamiento es simple: la corriente eléctrica
calienta el filamento de tungsteno que está dentro del vidrio y éste
emite un halo de luz amarillenta. Son ideales para crear ambientes de
cercanía y familiaridad y su vida útil es de 1000 a 1200 horas. Sin
duda, son las más baratas, pero tienen sus inconvenientes respecto a
otros tipos de bombillas: a la larga, su bajo precio inicial se encarece
por el nivel de consumo y por ser las bombillas que menor vida útil
tienen.
Bombillas de bajo consumo:
Funcionan como los tubos fluorescentes y su gasto de energía es
sensiblemente inferior al de las bombillas tradicionales: consumen cinco
veces menos energía que las clásicas incandescentes y pueden funcionar
hasta 15.000 horas, lo que implica un ahorro del 80%. El único
inconveniente reseñable es que tardan un rato en alcanzar la máxima
iluminación por lo que evitaremos colocarlas en lugares donde pasemos
poco tiempo.
Lámparas halógenas o dicroicas:
De media tienen una duración de unas 3000 horas y se caracterizan por
su gran potencia. Así, son ideales para espacios exteriores. Requieren
un ajuste de la corriente y la instalación de un transformador de 12 ó
24 voltios.
Bombilla LED:
Lo último en iluminación. Su duración es 50 veces superior al de las
bombillas tradicionales y el rendimiento es mucho mayor: 3 vatios de LED
sustituyen a 40 vatios de las incandescentes.
Aquí os dejamos varios enlaces de dónde hemos sacado la información:
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