Resumen: Ferrán era un joven que entró a servicio de un caballero muy importante. El chico era muy buen trabajador, realizaba muy bien las tareas y tenía un fino sentido del humor.
Un día, el caballero se enteró de que el chico escribía.
-¿Y, sobre qué escribes?
-Sobre todo, antes de dormir, recuerdo lo que me ha pasado durante el día y lo escribo...
-¿Me dejas leer tus escritos?
-Claro.
El caballero, conforme iba leyendo, se dio cuenta de que el joven tenía madera de escritor.
Entonces, el caballero se acostumbró a leer sus escritos de vez en cuando...
Un día, llegó un desconocido llamando a la puerta, decía que él era alquimista y que iba en busca de una piedra filosofal que convertía todo tipo de metal en oro, el alquimista le dijo al acaballero que si le daba 500 ducados que se llevaría una parte de lo que hicieran con esa piedra...
-Mañana partiré a Italia, allí me encontraré con la persona que me proporcionará lo necesario para el tratamiento y la transformación de los metales. Dijo el alquimista.
Entonces, el caballero accedió a darle los 500 ducados y el alquimista se fue.
Pasó el tiempo y el caballero le dijo a Ferrán que le volviera a mostrar su cuaderno, Ferrán se lo dio y el caballero leyó:
Ayer, mi señor hizo una tontería. Vino a verlo un desconocido que se hacía pasar por alquimista y para mi sorpresa le entregó 500 ducados.
Ese hombre, que para mí era un timador, le dijo que se iba a Italia con el fin de comprar lo que hiciera falta para convertir cualquier metal en oro.
-¿Por qué crees que fue una tontería? Le preguntó el caballero.
-Porque ese hombre no volverá.
-¿Y si te equivocas?
-Pues rectificaría, porque rectificar es de sabios. Si el alquimista volviese, corregiría lo escrito, pero entonces quien parecería tonto sería el alquimista.
Opinión: Me ha gustado mucho esta historia, yo, por mi parte, creo que Ferrán tiene toda la razón y que al caballero lo había timado aquel "alquimista".
No hay comentarios:
Publicar un comentario