Cuando Platero y yo, entramos ateridos por la calleja, los niños pobres juegan a asustarse como si fuesen mendigos.
Después, se creen unos príncipes.
-Mi pare tie un reló e plata.
-Y er mío, un cabayo.
-Y er mío, una ejcopeta.
El corro, luego. Una niña forastera, que habla con voz débil, sobrina del Pájaro Verde, canta entonadamente:
Yo soy laaa viudiiitaa
del Conde de Oréé...
¡ Sí, Sí. ! ¡Cantad, soñad, niños pobres!
Pronto, al amanecer vuestra adolescencia, la primavera os asustará, como un mendigo, enmascarada de invierno.
-Vamos, Platero...
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