domingo, 18 de mayo de 2014

EL CANARIO VUELA (PLATERO Y YO)

Juan Ramón Jiménez habla de un canario que una mujer ya muerta había confiado mucho en él. Juan Ramón Jiménez no quería soltar al canario, por miedo a que no supiera sobrevivir a la naturaleza, porque el canario era doméstico. Pero un día se escapó y pudo sobrevivir al aire libre, hasta que no sabe nadie, volvió a su jaula...


Un día el canario verde, no sé cómo ni por qué, voló de su jaula, (se escapó). Era un canario viejo, recuerdo triste de una muerta, al que yo no había dado libertad por miedo de que se muriera de hambre o de frío, o de que se lo comieran los gatos.
Anduvo toda la mañana entre los granados del huerto, en el pino de la puerta, por las lilas. Los niños estuvieron, toda la mañana también, sentados en la galería, absortos en los breves vuelos del pajarillo amarillento. Libre, Platero holgaba junto a los rosales, jugando con una mariposa.
A la tarde, el canario se vino al tejado de la casa grande, y allí se quedó largo tiempo, latiendo en el tibio sol que declinaba. De pronto, y sin saber nadie cómo ni por qué, apareció en la jaula, otra vez alegre.

¡Qué alborozo en el jardín! Los niños saltaban, tocando las palmas, arrebolados y rientes como auroras; Diana, loca, los seguía, ladrándole a su propia y riente campanilla; Platero, contagiado, en un oleaje de carnes de plata, igual que un chivillo, (que es como un chotillo) hacía corvetas, (girar, dar vueltas) giraba sobre sus patas, en un vals tosco, y poniéndose en las manos, daba coces al aire claro y suave (coces, pero de alegría).



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